2 de agosto de 2015

Ruleta rusa

La magia eleva y nos invita a estallar. Entonces tu cuerpo y el mío se convierten en una especie de asociación imperfecta, aceptada por dos dementes que de antemano sabían cómo resulta el asunto cuando el acuerdo es perder. 
Las prendas se alejaron en la locura del comienzo. Hay sonido a besos, a ritmos de respiración que caen vencidos, a movimientos que delatan el ritual de desarmarnos lentamente. Lo siguiente es destruir los complejos, agotar la imaginación y salir juntos a volar. 
En la confusión entre fantasía o realidad, los instintos son la guía. Locos felices y desconcertados juegan a la ruleta rusa, apostando a todo, corriendo el riesgo de girar en círculos y llegar siempre al mismo lugar, fieles hasta con el pensamiento. Ninguna palabra se lleva el protagonismo cuando el aliento no alcanza. Una invasión mutua avanza sin resistencia, inventa argumentos para no terminar y tras de sí sólo queda en pie el pacto más sincero.
Inmensas son las ganas de saltar desnudos al vacío, caer libres, reír, levantar la copa y brindar. El fuego baila, inagotable, entre tus dedos. Nos rodea el deseo imposible de auto-control, y el desafío ya superado de encontrar el punto justo en los dos. Ambos queremos morir, tú en mí, yo en tus brazos. Después habrá mil horas para resurgir. 

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