Hablaremos entre risas, como adolescentes, haciendo de
cuenta que nadie está lo suficientemente cerca como para restarnos privacidad. Mientras
viene la cena, preguntarás que fue de mí después de ti, y me contarás tus
andares y las historias que te revolucionaron de la cabeza a los pies.
Sabes que crecimos en libertad, convencidos de haber
aprovechado al máximo el encanto de la juventud. Seguros de habernos querido
bien, como quieren los que no se guardan nada. Entregados a sea lo que sea, contra
vientos y mareas, lejos de las inseguridades típicas y eternamente
comprometidos a conservar en el corazón lo mejor y más sublime de cada uno.
Los años de oro volverán a estar presentes en el espíritu y
contenido de las frases intercambiadas. La luna nos dará en la cara y pintará
de colores el reencuentro, místico, indispensable,
y de alguna manera inevitable. Sonará tu música, y con los acordes revivirán
las anécdotas que nunca podremos borrar.
Al decir “hasta pronto”, nadie implorará el regreso, pero sí próxima
comida.
Así es la lógica de la evolución. Ese es el código entre tú y yo.
Así es la lógica de la evolución. Ese es el código entre tú y yo.