20 de julio de 2016

En el nombre de la reina


Una noche de octubre decidí pagar con la misma moneda.
Caminé hasta el cansancio por la avenida más famosa, junto a una nueva compañera de aventuras que acababa de conocer. Dimos varias vueltas hasta que logramos recordar exactamente dónde quedaba ese lugar tan divertido. Llegamos, subimos como ochenta y cinco pisos por escalera y voilá: vista panorámica de la ciudad más impactante que jamás vi.
Nos sentamos detrás de una barra, y desde allí podíamos ver lo que sucedía en cada rincón. Cientos de personas bailaban, y ahí estaba él, justo en el medio, robándose todas las miradas y la atención de las mujeres. Otras que… como yo, caían rendidas ante descomunal belleza.
Se deshizo de todas y cada una, parecía que lo hacía a propósito y que se divertía haciéndolo. Con el transcurso de las horas, la pista de baile fue quedando desierta, y él se dirigió hacia donde estaba yo. Se presentó, me presenté, y la charla siguió entre elogios, frases de manual y besos. Muchos besos con sabor a Ámsterdam, en el nombre de la reina.
Ahora sabes qué se siente y cuánto duele. 

18 de julio de 2016

Tu paz


Hoy estoy contigo
abrazándote fuerte otra vez.
Soy yo quien te hace reír, creer y seguir soñando a lo grande.
Por al menos un solo minuto,
hoy he venido para hacerte feliz
y borrar la tristeza y desconcierto que te invaden.

Pero hay un derecho mínimo e indispensable que es tuyo
y que además es universal e innegociable:
Mereces vivir en paz.

Tienes derecho innato a pensar libremente,
a luchar por la igualdad entre los hombres,
a estar seguro donde quiera que estés,
y sobre todo, tienes derecho a ser lo que tú quieras.

Mereces una mejor opción.
Puedes tomar tus cosas y lanzarte a la aventura.
Mi suelo sí puede sostenerte.
Cuando quieras, ya lo sabes,

bienvenido a la libertad.